La Esfinge colibrí descansando antes de pasar a su dormidero. |
Para aquellos que tenemos esa extraña perversión del gusto por las plantas raras y escasas, la Esfinge colibrí (Macroglossum stellatarum) no es un personaje cualquiera. Más bien se trata de uno de nuestros héroes más queridos. Desde los cantiles cuarcíticos de la Sierras centrales de Badajoz uno de esos fríos y húmedos días invernales sin insectos, hasta los tórridos días de agosto a 2.400 m en un prado de cumbres de Gredos, soportando sol y radiación ultravioleta a cascoporro. En cualquier situación Macroglossumrealizando la labor polinizadora de nuestras joyas botánicas con una eficacia digna de un monumento. Duro como un abejorro y con el radio de acción de un pájaro.
Resulta que hace más de una semana que cada noche una de estas mariposas elige nuestro pequeño jardín para pasar la noche. Llega cuando se ha puesto el sol, elige una ramita periférica de abedul o madroño para reposar unos instantes (un predormidero que diríamos si se tratase de un ave) y después vuela a un lugar más protegido en el interior de la copa, donde pasará la noche. Este comportamiento en un insecto, seres que solemos asociar con los robots, da que pensar. Va a resultar que los insectos también tienen su corazoncito, con sus gustos y costumbres. A donde vamos a llegar.